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Al César, lo que es del César, in Mare Nostrum

22 sep 2020
Al César, lo que es del César, in Mare Nostrum

GRADA SUR. Ánchel Cortés - Descarga revista en PDF: Enlace



Algo así debió de pensar el entrenador de los nuestros durante varias temporadas de la inolvidable década de los 60’s del pasado siglo, César Rodríguez quien, habiendo cumplido ya los 42 años, se vistió de corto en el verano de 1962 para disputar con nuestra camiseta un partido de pretemporada correspondiente al torneo de Niza, en el que a pesar de la lesión que se produjo tan bravo míster se impusieron los nuestros en dura competencia contra el equipo anfitrión, los yugoslavos del Dinamo de Zagreb y el equipo belga del Racing White.

César Rodríguez Álvarez nació en León en 1920 y marcó 235 goles con la camiseta del Barcelona en 348 partidos. Nadie metió más en la Liga (195 en 287). Pero si César fue el primer gran ídolo de la postguerra, antes de la llegada de Kubala, fue porque se trató de un futbolista excepcional y una persona simpática y cercana al pueblo. César jugó 15 temporadas en el Barça, seis junto a su hermano Calo, defensa y dos años más joven, y fue pichichi en 1949. Ganó cinco Ligas, tres Copas y dos Copas Latinas. A César le llamaban El Pelucas, no sabemos si se quedó calvo de tantos remates de cabeza, pero no sería extraño. Normalmente, a los 10 minutos, el cuero estaba duro como la piel de un tambor y, si ya era un problema centrar, rematar era terrible. Su récord de goles con el Barça se mantuvo vigente desde 1956 hasta que Messi lo derrumbó en 2012.

César Rodríguez fue uno de los más grandes goleadores de la historia del FC Barcelona. Un excepcional rematador de cabeza, un futbolista inteligente que cambió la visión del “9” clásico en los terrenos de juego. Debutó en el club azulgrana en 1939 a los 19 años y dejó el Barça en 1955, cerca de los 36. Lo hizo con el récord de goles marcados en partidos oficiales, 232, un registro intocable durante 56 años. Hasta que Leo Messi saltó una barrera que parecía infranqueable. César Rodríguez Álvarez, nacido en León el 6 de julio de 1920 y fallecido en Barcelona el 1 de marzo de 1995, perdió su cetro, pero nunca ha caído en el olvido porque también fue, en su época y sus circunstancias, un futbolista de excepción.

Samitier fichó a César en 1939 por 600 pesetas. Le quería el Atlético Aviación (ahora Atlético de Madrid), pero aquel joven leonés, hijo de un industrial al que nunca le gustó el fútbol, lo tenía claro: "O me voy al Barça o me quedó en León. Yo quiero ver el mar", avisó. Por eso, cuando llegó a la Ciudad Condal, se compró una casa encarada al mar: desde el salón se veía la playa. Después de fichar por el Barcelona, César jugó cedido en el Granada durante el servicio militar. En la temporada 1940-41 contribuyó al ascenso a Primera de los andaluces y en la 1941-42 se hartó de marcar. Con una gesta que ni Messi ha igualado aún: en el Granada-Castellón (7-3) consiguió seis goles.

No debutó en Les Corts hasta 1942. Durante 15 años fue ídolo de multitudes. En una época triste y gris, sus goles iluminaron muchas tardes la ciudad. El bravo futbolista leonés ha pasado a la historia por su facilidad goleadora. Los 232 goles citados los obtuvo en la Liga (190), la Copa (36), la Copa Latina (3), la Supercopa de España (1) y el Campeonato de Catalunya (2). Eran especialmente eficaces sus remates de cabeza, pero también chutaba con gran potencia. Pero el éxito de César tenía un secreto que ha significado a los grandes cracks de todas las épocas: era un avanzado a su tiempo, un revolucionario, un futbolista con recursos que nadie aprovechaba por aquel entonces. César era otro jugador: “El que acierta, en cualquier momento, a cambiar la dirección de un ataque, enderezándolo o desviándolo hacia la línea de menor resistencia del adversario”. Un innovador, en definitiva. Un fenómeno. César dejó el Barça en 1955, incluso ayudando con ocho goles a su filial el España Industrial a no bajar de segunda la última temporada como azulgrana pero siguió jugando, en el Perpiñán, la Leonesa y el Elche. Como ya hizo con el Granada, fue el autor del primer gol de la Leonesa en Primera. Y con el Elche al que ascendió, como entrenador-jugador, equipo con el que hizo sus dos últimas dianas con 39 años, 10 meses y 25 días, ante el Real Betis en Altabix (6-4) jugando en Primera hasta los 40, en 1960.

Y siguió marcando goles, pues este era su oficio que sin duda echaba de menos en sus varias temporadas como entrenador –no jugador en un Real Zaragoza al que mantuvo siempre entre los primeros puestos de la máxima categoría del fútbol español y con él en el banquillo, el equipo aragonés logró en el mítico y ya desaparecido Altabix, el mayor triunfo fuera de casa de su historia. El día de San Valero de 1961 el marcador señaló al final de aquel histórico choque un estruendoso Elche 2-Real Zaragoza 7. Era la 19ª jornada de la liga, la cuarta de la segunda vuelta. El equipo blanquillo era el 5º clasificado, solo superado en la tabla por el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético de Madrid y el Athletic de Bilbao, los cuatro grandes de la época. y el Elche, como denuncia el batacazo sufrido ante los aragoneses, el colista. Marcaron en la goleada Murillo (3), un jovencísimo Marcelino (2) y Ramón Vila (2). El entrenador era César Rodríguez.

El cantautor catalán de madre aragonesa de Belchite Joan Manuel Serrat recordaba en su canción Temps era Temps que Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón algo que no solo el noi del poble sec son moltes nens cientos de veces han recitado de carrerilla a estos cinco ‘monstruos’ como la delantera mítica del Barça de les cinc copes, cuando efectivamente Serrat era un niño, noi, nen o como decimos en Aragón un mozé, que ya no cumple los 76 tacos y hace breves fechas ha sido investido este viernes doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza, un reconocimiento a toda su carrera en el mundo de las letras, al que el artista respondió con un discurso en defensa del conocimiento, los valores democráticos y la música. En un mundo tan convulso, el cantautor recordó la figura de su madre, originaria de Aragón, y que se convirtió en una "muy buena amiga" que le dejó una "herencia cultural" para comprender de dónde viene y a dónde quiere ir. Como ella, también tuvo palabras para las "miles de madres que a lo largo y ancho del planeta caminan con sus hijos a cuestas huyendo del dolor y de la guerra, dejando atrás la tierra que los vio nacer". En ese sentido, el autor de 'Mediterráneo' denunció la actitud de una "Europa mezquina y desalmada" que ha actuado en contra de los refugiados en un lugar que un día fue "una cuna de pensamiento y puente de culturas".

Serrat es doctor honoris causa por otras once universidades y ha recibido importantes premios nacionales e internacionales, como la Medalla de Oro al Mérito al Trabajo o la distinción de Caballero de las Artes y las Letras de Francia y comenzó a cantar en la década de los años 60, dejando su sello personal en temas como 'Mediterráneo', nombrada la mejor canción de lengua española del siglo XX por la popular revista 'Rolling Stone, una bellísima y archiconocida canción dedicada al que durante el Imperio Romano, en época de los césares se conocía en latín, madre de todas las lenguas romances, como Mare Nostrum, en castellano nuestro mar y si a pesar de las anómalas circunstancias sanitarias, no paramos de ganar partidos, volveremos a nuestra liga que no es otra, como cuando César Rodríguez nos entrenaba, como siempre fue, la primera división, la máxima categoría del fútbol español, el ámbito deportivo histórico habitual de nuestro Real Zaragoza.